Laura Freyermuth, a nombre de Barrio San Lucas Digno
Seguramente habrá quien por distintas circunstancias, solo interactúa con su barrio cuando entra y sale de su casa. Pero si vemos más de cerca, observaremos que hay más puntos de conexión. Vamos a lo cotidiano: generamos basura y hay que lograr que sea recolectada (idealmente una parte, reciclada); nos bañamos y esa agua, más allá del tinaco o de la cisterna viene de otro lugar; salimos a pie, en, bici, moto o auto y qué tal está la calle, libre o plagada de “baches” o hasta de fugas de agua o de basura. Aunque alguien lo quisiera, nuestra casa no es una isla o un bunker aisaldo. Estamos en conexión.
La diferencia tal vez está en ver esa conexión. Tenemos el siguiente nivel y seguramente lo hemos sido o lo has observado. Quienes habitan el barrio, encontrando en algún medio de comunicación de la comunidad (cada vez más frecuente el chat de Whatsapp) el espacio para la queja. Se comunica que existe un bache, una fuga, un árbol en mal estado, una situación que despierta suspicacia y se deja al limbo alguna acción para ello. Se sabe que en esos espacios no está la autoridad a la que le corresponde su atención, pero aún así se espera que con el hecho de haberlo comunicado “al aire” la situación cambie.
La siguiente fase es buscar que esa atención se materialice. Encontrar el mecanismo de reporte. En Ciudad de México, cada alcaldía tiene un número para los reportes ciudadanos, te asignan un folio y a esperar. A veces aquí se detona algo interesante, se comunica que se ha reportado y se invita a reportar el mismo hecho. Se logra un reporte colectivo, derivado de la suma de los individuales, por la iniciativa que alguien despertó. A veces funciona y a veces no.
A veces da más miedo reportar porque, por ejemplo, reportar una fuga de agua puede derivar en perder los árboles colindantes, quedarse con banqueta abierta y un sabor amargo. No llega una atención integral, no llegan con herramientas adecuadas, o personas con una experiencia que les permita hacer una evaluación y atención que no solo resuelva lo inmediato. Al menos en Coyoacán, donde se encuentra nuestro barrio, quienes acuden nos han comentado que la Alcaldía no les da presupuesto o herramientas suficientes. Y uno se desanima ¿es mejor no reportar y esperar un milagro?
Crónica de
una ecocidio
anunciado
Fotografías recopiladas en Barrio San Lucas, Coyoacán, Ciudad de México. Asesinato de dos árboles por una mala atención a una fuga de agua y al mantenimiento histórico de los árboles. Fuente: Archivo Propio Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
¿Qué alternativa nos queda? La resignación no puede estar en nuestro repertorio de acción. Como un experimento- porque eso queda cuando uno tiene buenas intenciones, ganas de aprender y mucha incertidumbre- se ha lanzado lo que creemos puede ser otro nivel. Sí a los reportes colectivos y a estar pendientes, pero sumemos un poco más de coordinación. Iniciamos el mapeo vecinal de los árboles que requieren atención en el barrio. Qué requieren poda o clareo, que están heridos, que no tienen espacio para sus raíces, que tienen plaga o que han muerto. Hagamos nuestro inventario y detonemos desde ahí el reporte colectivo y el seguimiento. Que tengamos claro que hay y qué debe haber.
Cartel de invitación a una jornada para la realización del inventario, así como una fotografía de la sesión realizada en 2022 en Barrio San Lucas, Coyoacán, Ciudad de México. Archivo Propio Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
Nos queda mucho por aprender, sobre todo a actuar haciendo barrio. A reconectar o darle vida a nuevos vínculos, a construir acuerdos y darles seguimiento. A observar de nuevo, a imaginar alternativas y sobre todo a poner manos a la obra para lograrlos, exigiendo y construyendo barrios dignos.
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