Slow Fashion: una necesaria forma de vida


El slow fashion no solo es un nuevo modelo de producción en la industria de la moda, es más una filosofía de vida que impacta en la forma de producir y consumir, para todas aquellas personas que optan por prendas respetuosas con el medio ambiente y sostenibles. 

La “moda lenta” responde no solo a una necesidad básica de prendas para vestir sino también a la necesidad ética de sentirte cómodo con la ropa que usas y contigo misma, sin culpas.

La idea de moda lenta surgió como un opuesto al fast fashion, hasta ahora, el único y predominante modelo de producción en la industria de la moda, en el que no se mide el impacto ambiental y social que cada proceso genera, a corto y largo plazo.

Las marcas de ropa están cambiando poco a poco su modelo fast fashion por uno más ecológico y sostenible, debido a que más personas son conscientes de que existe otra opción más sustentable.

Ventajas del slow fashion

Las prendas elaboradas a partir de un modelo slow fashion son de origen natural, recicladas, cómodas y respetuosas en todos sus procesos con el medio ambiente y las personas involucradas.

Al ser prendas que no fueron elaboradas masivamente, se invirtió mucho en la calidad, durabilidad y originalidad de cada una de ellas.

Las prendas ecológicas son fabricadas con materiales sostenibles.

Apuesta por la donación y reciclado de prendas que ya no usamos así la vida útil de la prenda continúa.

Una ventaja muy importante es que los trabajadores implicados en el proceso de fabricación trabajan en un ambiente laboral digno y con salarios justos. 

Las marcas slow fashion se esfuerzan por reducir la huella de carbono originada por cada prenda, además intentan generar desecho cero (zero waste).

Apuesta por el reciclaje y por adquirir productos de ropa de segunda mano, para darles aún más vida y aprovechar al máximo los recursos con los que fueron hechos.

¿Por qué elegir slow fashion?

La industria textil, debido a su modelo fast fashion, es una de las industrias más contaminantes. La tierra, el agua y el aire son afectados por los desechos producidos en cada proceso de elaboración de una prenda. 

A continuación te cuento unos datos para terminar de convencerte de que el slow fashion no debe ser una opción sino una necesidad.

Desde su sitio oficial Greenpeace informó que los trabajadores de países donde se fabrican las prendas de fast fashion trabajan de 14 a 16 horas diarias. La producción de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, como Bangladesh, India, Camboya, entre otros.

Al año lavar ropa no ecológica y producida con químicos tóxicos desemboca en un aproximado de 500 mil toneladas de microplásticos al año en los océanos.

Además de estos microplásticos, la fabricación de ropa involucra el uso de químicos altamente dañinos para la salud humana, que se liberan en ríos y otros cuerpos de agua.

El 73% de la ropa producida anualmente termina incinerada o en basureros, lo que contribuye a la contaminación terrestre y atmosférica.

Y por último, confeccionar unos jeans requiere unos 7500 litros de agua, el equivalente a la cantidad de ese líquido vital que bebe una persona promedio en siete años, según la ONU desde su sitio web.


Imagen: “Warm Wool Cycle!” por Artiii bajo una licencia CC BY-NC 2.0.

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