Puente Pueyrredón, 20 años pariendo luchas


Imagen: El puño en alto en la tarde de conmemoración de los 20 años de la Masacre de Avellaneda, como símbolo de reivindicación de las luchas populares.
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Se cumplieron el pasado 26 de Junio, 20 años de la Masacre de Avellaneda, una jornada que nos marcaría a fuego a lxs militantes sociales paridxs en el 2001 en Argentina, una jornada que donde se consumaría una brutal y asesina emboscada de las fuerzas de seguridad del Estado Argentino, contra una protesta piquetera en Puente Pueyrredón, una jornada que dejaría al descubierto la complicidad de los poderes medíaticos, pero sobre todas las cosas, una jornada que dejaría el acto de militancia más comprometido y profundo de nuestra historia reciente.


Nos debíamos un reencuentro así de profundo de lxs luchadorxs populares por estos lados de nuestramérica, nos debíamos una jornada profunda de reivindicación de la militancia piquetera, que llevaron adelante Dario Santillán y Maximiliano Kostequi, nos debíamos ocupar nuevamente las calles para sentir que otro mundo es posible.

Cientos de líneas se escribieron y se van a seguir escribiendo, sobre los acontecimientos, sobre Darío y su gesto heroico de volver a buscar al compañero herido, cientos de líneas se escribieron y se van a seguir escribiendo sobre los responsables políticos que siguen atornillados al poder, pero esta crónica pretende recuperar una imagen, un sueño, un pedazo de las esperanzas que se nos niegan por estos tiempos.

La tarde del 26 de Junio, corrida 20 años en el tiempo, nos encontraba aún recuperando fuerzas para volver a las calles, luego de una pandemia que nos recluyó, luego de procesos políticos de agrupamientos, grietas y miserias partidarias, que llevaron a fragmentaciones muy profundas de las organizaciones del campo popular. Compañerxs que creyeron en proyectos de capitalismos responsables, de capitalismos de rostro humano, compañerxs que creyeron en ellxs y no en nosotrxs.

Volver al puente representaba volver a reencontrarnos con el ADN que parió nuestras luchas, nuestros transitar, nuestro construir, pero también representaba el desafío de vernos y volver a reconocernos.

Y sucedió, algo volvió a prenderse fuego al compás de bengalas, himnos, barriletes cósmicos y humo negro.

Se prendió fuego la rabia contenida, la desesperanza y ese fuego se transformó es un rompezabezas de sueños para armar, con lo bello y lo difícil de desafiarnos nuevamente a armar desde nuestras diferencias pero a sabiendas que el movimiento se hace andando.

En nuestras retinas queda ese andar, codo a codo nuevamente, dependerá de nosotros como transformamos ese andar en un movimiento que nos permita volver a creer y seguir luchando, por el mundo que soñaron Dario y Maxi

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